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Hecho con Visme

Polémica en Mall Oxígeno: Oficiales de seguridad pusieron a menor a limpiar refresco que derramó en el área de comidas

Video ha desatado la polémica ya que un grupo de señoras grabó al niño y aplaudían mientras lo ponían a limpiar el reguero.

Un video difundido masivamente en redes sociales ha generado un intenso debate entre quienes aplauden una supuesta enseñanza de valores y quienes denuncian una grave vulneración de derechos. En las imágenes, se observa a un menor de edad, vestido con uniforme escolar, siendo escoltado por oficiales de seguridad hasta el área de comidas del centro comercial Mall Oxígeno, en Heredia. ¿La razón? Al parecer, el joven había derramado una bebida y regresaba al sitio para recogerla.

Mientras varias personas celebraron la escena como una muestra de responsabilidad y buena crianza, otros usuarios, entre ellos expertos en derechos de la niñez, cuestionaron la forma en que se manejó la situación.

“En la calle le enseñan educación y a ser aseado, la vida misma lo forma”, gritaban algunas mujeres presentes, cuya voz quedó registrada en el video. Pero, más allá de los aplausos y críticas en redes, el hecho abre una discusión legal y ética que no se puede pasar por alto.

Según juristas consultados por varios medios de Noticias, aunque la intención de reforzar valores como la responsabilidad puede parecer positiva, lo cierto es que ningún menor de edad está legalmente obligado a realizar labores de limpieza en un espacio comercial, sobre todo cuando esto ocurre en un entorno público y expuesto.

Además, la situación se complica por el hecho de que el menor fue grabado sin autorización y el video se hizo público. Esto podría constituir una infracción a la Ley de Protección de la Persona Menor de Edad (Ley 7739), que prohíbe divulgar imágenes de menores sin el consentimiento expreso de sus responsables legales, incluso si el hecho ocurre en un sitio público. En Costa Rica, este tipo de acciones pueden considerarse una violación a la privacidad y dignidad del menor, y podrían derivar en consecuencias legales para quienes grabaron y difundieron el material.

El Patronato Nacional de la Infancia (PANI) ha sido enfático en que todo niño o niña debe ser protegido de cualquier forma de exposición que pueda afectarlo emocionalmente, más aún si se trata de un escarnio público en redes sociales.

Este tipo de casos refleja cómo, en tiempos donde todo se graba y se viraliza, las líneas entre la educación, el castigo público y la violación de derechos pueden volverse peligrosamente borrosas. A fin de cuentas, mientras se aplaudía la “lección”, algunos podrían haber cometido un delito mucho más serio.